“La vida en familia supone nuestra primera escuela para el aprendizaje emocional: en tan íntimo caldero aprendemos que sentimientos abrigar hacia nosotros mismos y cómo reaccionarán otros a tales sentimientos; cómo pensar acerca de esos sentimientos y qué elecciones tenemos a la hora de reaccionar; cómo interpretar y expresar esperanzas y temores. Esta escuela emocional funciona no solo a través de lo que los padres dicen o hacen directamente a los niños, sino también en los modelos que ofrecen a la hora de manejar sus propios sentimientos y aquellos que tienen lugar entre la pareja”.
DANIEL GOLEMAN
“Una educación emocionalmente inteligente ayudará a que haya más paz y menos estrés en el hogar”
EDUCAR CON INTELIGENCIA EMOCIONAL, editorial de Bolsillo Clave.
En este espacio vais a encontrar aspectos básicos de la inteligencia emocional. Quiero ayudaros a comunicaros con vuestros hijos, desde un nivel más profundo, y que hablar de emociones forme parte de la vida cotidiana de vuestro hogar. Trataremos temas fundamentales sobre el desarrollo emocional en la infancia y os daré sugerencias, actividades y algunos consejos prácticos.
¿Pero la autoestima es siempre positiva? Desgraciadamente no. Por eso nuestra labor como padres y educadores es tan importante.
¿Cuándo se forma la autoestima?
En las primeras edades. A partir de los cinco o seis años de edad, un niño puede comenzar a formar su concepto sobre sí mismo.
¿Cómo se forma ese concepto?
El niño en estas edades no es capaz de realizar un análisis de forma objetiva. Va formándose la imagen de sí mismo en función de cómo los demás le ven a él.
Imaginaros a un niñ@ que en numerosas ocasiones está “etiquetado” por adultos en conversaciones en las que está presente como: malo, desobediente, vago…
Es así como va a formar la imagen de sí mismo. Las personas más importantes en su vida le van definiendo sus rasgos de personalidad, y se produce lo que en términos psicológicos llamamos profecía autocumplida. “Voy a comportarme como dicen que soy y también voy a verme así”.
De esta forma, las creencias y expectativas que generan las personas que están alrededor de los niños son fundamentales para el desarrollo de la personalidad, y también de la autoestima.
Por ello, en las tutorías que tengo con los padres de mis alumnos, cuando hablamos sobre el comportamiento les pido que sean muy cuidadosos con sus palabras.
Afortunadamente, la autoestima puede cambiar.
Por tanto, con un buen trabajo realizado por parte de educadores, padres y familia, podemos conseguir que los niños desde pequeños tengan una autoestima positiva.
¿Por qué es necesario tener una autoestima positiva?
Porque entre otras cosas:
Permite la autoprotección.
Permite un adecuado desarrollo personal.
Mejora sus relaciones sociales.
Diferencian con mayor facilidad lo que está bien y mal.
Mejora su productividad.
Mejora su estado emocional. Siendo más seguro de sí mismo.
Potencia su desarrollo cognitivo.
Consejos para fomentar la autoestima en los niños.
Dale responsabilidades en las tareas cotidianas.
Valora sus éxitos y su esfuerzo por conseguirlo y no le compares con nadie. Aprenderá a dominar mejor situaciones que le generen frustración.
Demuéstrale que siempre le quieres. Aún cuando hace las cosas mal. Enséñale que tú estás a su lado para que pueda mejorar. Nunca le digas “¡No te quiero porque….!”
Dedícale tiempo y escúchale. Es la mejor forma de hacerle ver lo importante que es para ti.
LOS MIEDOS INFANTILES
¿Qué es el miedo?
El miedo es una reacción primaria y universal que nos acompaña de por vida.
El miedo nos protege. Es una respuesta natural que nos permite huir o defendernos en momentos de amenaza.
¿Cómo se originan los miedos?
Por imitación. Los niños observan muchísimo las conductas de sus padres o cuidadores. La forma en la que reaccionan sus progenitores ante determinadas situaciones les va a condicionar en un futuro en sus interpretaciones y conductas. Por ejemplo: si veo a mi madre tensa cuando nos quedamos solos por la noche copio ese comportamiento. Si mi padre se pone nervioso cuando ve un murciélago por la noche puedo imitar ese comportamiento. Muchos miedos se educan, contagian e imitan.
Uso excesivo de verbalizaciones negativas de los adultos. Cuando un adulto que está con un niño se expresa de manera cotidiana usando muchas expresiones como ¡no, cuidado es peligroso!, ¡quieto!, ¡para!, promueve el desarrollo de personalidades inseguras, con miedo a hacer cosas por sí solos y a ver peligros en situaciones que no lo tienen.
Experiencias traumáticas que el propio niño ha vivido: que le muerda un perro, quedarse mucho tiempo encerrado en un ascensor, que roben en su casa, presenciar un accidente…
Etapas evolutivas del miedo de los 6 meses a los 11 años
Primera infancia (6 meses a 2 años): Pueden temer a los desconocidos e incluso sentir ansiedad ante la ausencia de los padres, pero en general estos miedos son positivos y pueden indicar, incluso, una cierta madurez.
Etapa preescolar (2 a 6 años): Pueden entrar en escena estímulos imaginarios y los miedos pueden hacerse algo más abstractos (fantasmas, monstruos, etc.). El miedo a los animales se desarrolla en esta etapa.
Etapa escolar (de 7 a 11 años): los miedos comienzan a ser menos imaginarios y más basados en la realidad. Puede aparecer el miedo a daños físicos, a los accidentes, a los tratamientos médicos, a que los padres se separen, si el ambiente familiar no es propicio.
Estrategias para ayudar a los niños a vencer los miedos
No ignores su miedo. Apóyale y dale tranquilidad para gestionar esta emoción.
Habla con naturalidad de lo que le da miedo. Ofrécele estrategias para que, poco a poco, vaya venciéndolo (respirar profundamente, pensar en cosas agradables). Realiza juegos sobre el tema. Por ejemplo, si tiene miedo a la oscuridad hacer una gymkana con pruebas divertidas por la noche con una linterna por la casa. También puedes usar cuentos, vídeos, películas.
No sobreprotejas sus reacciones, porque así refuerzas esta actitud.
No ridiculices sus miedos.
Cuéntale que tu también tuviste miedos de pequeño e incluso a veces de mayor aprovecha para darle seguridad y contarle tus estrategias.
No le castigues aunque su respuesta haya sido desmesurada ante un miedo concreto. Necesita tu apoyo y comprensión.
Ayúdale a que se vaya enfrentando a sus miedos de forma progresiva para que vaya ganando en seguridad. Por ejemplo: Si tiene miedo al agua no puedes lanzarle a la piscina pero si meterte con él poco a poco.
Ejercicios prácticos:
Cuando no saben escribir: cuando os digan que tienen miedo a algo explicarles que es un pensamiento negativo que no les hace sentir bien y ayudarles a pensar en cosas divertidas o agradables. Puede verbalizarlas para que vosotros sepáis si lo está haciendo bien. Posteriormente analizar que el miedo se ha ido porque ha pensado en otra cosa.
Cuando ya saben escribir: elaborar juntos un diario donde escriba su miedo y cuente sus logros para que vea su evolución y cómo lo supera.
Cuando sus miedos continúan y les afectan en su ámbito familiar, social o escolar pueden convertirse en miedos irracionales, fobias o trastornos de ansiedad específicos y es necesario acudir a un profesional.
Dentro de los miedos infantiles os quiero hablar de:
LAS PESADILLAS
Todos los niños han tenido alguna vez una pesadilla. Es algo muy común en el desarrollo normal de la infancia. Por ello, no debemos preocuparnos. En ocasiones ocurre que a muchos niños, tras una pesadilla, les cuesta conciliar el sueño; por miedo a tener de nuevo pesadillas. Esto puede durar unos días. En estos momentos es cuando tenemos que prestar nuestro apoyo incondicional y saber cómo actuar para que algo sin importancia no acabe generando un problema real. Nuestro apoyo y consejos van a ser determinantes en este sentido.
Si observas que tu hijo/a tiene pesadillas y estas son muy recurrentes e impiden que el niño/a pueda descansar y dormir bien por la noche es aconsejable acudir a un especialista y comentar el caso.
¿Qué es una pesadilla?
La pesadilla es una manifestación inconsciente de sentimientos, inseguridades, ansiedades, miedos y preocupaciones que se producen mientras estamos soñando.
Por tanto, las pesadillas no deben confundirse con los terrores nocturnos.
Las pesadillas suelen aparecer a la edad de dos, tres años hasta los seis y es en la adolescencia cuando comienzan a disminuir y a ser menos frecuentes.
Son más frecuentes cuando los niños están preocupados por algo, han tenido la pérdida de un familiar, sufren estrés o ansiedad por alguna situación…
Por ello, si las pesadillas son muy frecuentes es importante que durante el día, cuando estén tranquilos, intentemos hablar con ellos, de esta forma podremos averiguar qué es lo que han soñado y qué les puede estar preocupándo.
Aprovecha esa conversación para tranquilizarle y relajarle. Haz que el niño pueda acercarse a su pesadilla cambiando la historia.
Te pongo un par de ejemplos:
Si ha soñado con un gigante que se lo quería llevar puedes inventarte la historia de un gigante muy bueno que jugaba con los niños, dibujar el cuento que os habéis inventado…
Si ha soñado con un monstruo inventa una historia con el monstruo donde se hagan amigos y juntos tengan una aventura, puedes dramatizarlo.
No podemos evitar que los niños tengan pesadillas pero si podemos generar una serie de rutinas que les van a ayudar a conciliar mejor el sueño y a dormirse más tranquilos.
Estos son algunos consejos:
Evita dar al niño bebidas o comidas estimulantes, al menos cuando estén próximas a la hora de irse a dormir.
Acuéstale a la misma hora casi todos los días.
Crea unas rutinas en torno a la hora de ir a dormir, por ejemplo, cuéntale un cuento cada noche antes de que se duerma, despídete con una frase o canción especial…
Recuerda que cuando un niño se acaba de despertar de una pesadilla no debes ponerte a hablar con él sobre el tema. En ese momento lo fundamental es que se sienta acompañado y relajarle.
MENTIRAS INFANTILES
Decir mentiras es algo que encontramos frecuentemente en la infancia y desgraciadamente también en los adultos. Mentir no es bueno ya que no ayuda a la persona a afrontar la realidad.
Por ello, es importante enseñar desde la infancia a decir la verdad. De esta forma se convertirá en un hábito y podrán generalizarlo para el futuro en su vida adulta.
¿Por qué debemos ayudarles a decir la verdad?
Se establecen relaciones positivas con las personas con las que se rodea.
Aumenta su autoestima y confianza en sí mismo.
Promueve un desarrollo personal sano.
El valor de la sinceridad es la base para adquirir otros valores fundamentales como: la amistad, la confianza, la honradez, el respeto…
Etapas sobre la sinceridad y honestidad infantil.
– De los 3 a los 6 años.
Los niños se inician en el aprendizaje de hábitos relacionados con la sinceridad y el sentimiento de justicia.
– A los 5 años.
Los niños a partir de la observación y la imitación y el apoyo de familia y escuela comienzan el período sensitivo de la sinceridad.
– A los 6 años.
Su grado de comprensión ha aumentado y aunque aún les cuesta comienzan a interiorizar el valor moral de la verdad.
¿Por qué mienten los niños?
En algún momento de nuestra infancia todos hemos mentido pero existen distintos tipos y causas.
En la primera infancia las mentiras son comunes y naturales ya que están íntimamente relacionadas con el mundo de la fantasía de los niños. En estas primeras etapas el niño tiene dificultades para diferenciar entre fantasía y realidad.
Cuando los niños se van haciendo mayores los padres y educadores debemos estar atentos a estas mentiras, ya que si los niños se acostumbran a mentir pueden convertirlo en un hábito, y necesitarán la ayuda de los adultos para aprender a ser sinceros.
Motivos por los que mienten los niños y niñas.
Exceso de exigencia de los padres.
Por sentir frustración ante una situación.
Como llamada de atención al adulto.
Por imitación. Si observa que los adultos mienten y con ello obtienen beneficios tienden a reproducir estos patrones de comportamiento.
Por miedo a un castigo.
Para conseguir algo que quieren.
Para intentar que alguna situación no le de miedo.
Por la necesidad de aparentar y no sentirse inferior.
Para mantener la estabilidad. “Si cuento esto las cosas van a cambiar”.
Necesidad de sentirse querido y aceptado.
Dificultad para asumir la realidad. “Como esta situación no me gusta prefiero mentir para que cambie”.
Siete estrategias para enseñar a los niños a ser sinceros.
Enseñarle que mentir es algo negativo.
Poner castigos que no sean severos ni desproporcionados y que sean adecuados a lo ocurrido. No deben tener miedo a ser castigados.
Reforzar su confianza. Les queremos siempre no tienen que mentir para sentirse queridos o aceptados.
Tienes que ser su modelo. No digas mentiras.
No reírse cuando miente ni aprobar una mentira.
Enséñale que tu amor hacia él es incondicional pero que estás molesto/a porque ha mentido, y eso conlleva una consecuencia como puede ser un castigo.
Felicitarle y elogiarle cuando dice la verdad.
LA RABIA O LA IRA
En esta ocasión vamos a centrarnos en una de las emociones que más preocupan a los padres y maestros cuando no está bien gestionada, la ira. Suele aparecer en torno a los 2 ó 3 años de edad. Debemos ayudar a nuestros hij@s y alumn@s a gestionarla adecuadamente desde pequeños, para que en su adolescencia y vida adulta puedan controlar esta emoción, sin presentar problemas graves de comportamiento. Evitando la violencia y agresividad hacia uno mismo u otras personas.
¿Qué es la ira?
La ira es una emoción humana, básica y universal. Una fuerza interna que surge por la indignación al sentir vulnerados los derechos personales. Se produce por la frustración de no alcanzar algún objetivo o necesidad. También puede aparecer cuando el ser humano se siente herido o engañado.
Cada persona manifiesta su ira en función de las estrategias que ha aprendiendo a lo largo de su vida.
No tenemos que ver la ira como un aspecto negativo. Todo lo contrario, esta emoción canalizada adecuadamente, da fuerzas para seguir luchando cuando no conseguimos nuestros objetivos. Por lo que nos ayuda a crecer como personas y a superarnos.
Seguramente, si pensáramos en nuestros hij@s o alumn@s en una situación de rabieta la primera palabra que se nos viene a la cabeza es decirles: ¡No! ¡No hagas…..!
Pero lo más importante no es conseguir que nuestros hij@s o alumn@s paren ese comportamiento, sino que les dotemos de estrategias para canalizar adecuadamente esa emoción que sienten en esos momentos.
Cuando tú tienes un momento de ira debes ser su ejemplo. No puedes gritar o golpear cosas y luego pedirle a él que no lo haga. Los niños imitan lo que ven y escuchan.
Estrategias para gestionar la ira con los niños:
Cuando el niño tiene una rabieta el adulto debe mantener el control. Respirando, contando en silencio, dándole espacio… Los adultos somos su modelo a seguir.
Deja al niño que vuelva a la calma.
Cuando ya esté tranquilo escúchale activamente y háblale sin gritar de sus sentimientos. Analizar entre los dos qué ha pasado y cómo puede mejorar su comportamiento para futuras ocasiones.
Enséñale que debe afrontar esas situaciones a través del lenguaje y nunca con agresiones verbales o físicas.
Si en ese momento “has perdido los papeles” cuando estés más tranquilo debes disculparte con él por tu comportamiento. Le estarás dando ejemplo y verá que cuando algo no se hace bien tiene que pedir perdón a las personas con las que se ha comportado mal.
Si resuelve su irá sin pegar o gritar felicítale por ello.
No le des lo que pida porque tenga una rabieta.
Si se ha producido una agresión física no se puede perdonar. Hay que tomar medidas. Debe relajarse y finalmente disculparse siempre con el agredido.
Recursos para ayudar a los más pequeños a calmarse.
Os voy a mostrar dos recursos muy fáciles y sencillos de hacer y tener, tanto en casa como en la clase, para ayudar a los más pequeños a calmarse.
Los dos recursos provienen de la metodología de María Montessori y si se utilizan adecuadamente y con asiduidad pueden llegar a dar grandes resultados.
Los frascos de la calma o botella de la paz.
La mesa o caja de la Paz.
Los frascos de la calma o botella de la paz.
Estas botellas de la paz se usan para ayudar a los niños a calmarse. Por eso podemos encontrarlas en la mesa de la paz. Es una buena manera para que los niños se relajen. Puede utilizarse para hacer Mindfulness con los niños, ya que se centran en lo que están haciendo con la botella. Cuando el niño está enfadado y coge la botella ve como se mueve rápidamente. Observa con atención cómo cuando deja de agitarla poco a poco ese movimiento va parándose y la purpurina va a parar al fondo.
Todo ese proceso que el niño ha observado nos sirve a los adultos para poder hablar con él cuando ya está calmado. Podemos hacerle ver que cuando él se enfada sus emociones también están descontroladas, como las burbujas, y que al igual que ellas poco a poco se relaja. Las burbujas van a parar al fondo y él se queda tranquilo y relajado.
Os muestro los materiales, los pasos a seguir y un vídeo en el que se describe cómo hacerlo.
Materiales para hacer un frasco de la calma.
1 bote de cristal (más bien alto) o botella de plástico.
Purpurina del color que quieras. Mejor tonos claros.
Pegamento glitter o transparente.
Agua templada.
Colorante alimentario.
1 cuchara sopera y otra de postre.
*Puedes utilizar en lugar de pegamento aceite para bebé o glicerina.
Pasos para hacer un frasco de la calma:
Vierte agua templada o caliente en el bote de cristal o la botella de plástico. (Si el niño es pequeño.)
Echa dos cucharadas soperas de pegamento y remueve bien.
Escoge un color de purpurina y echa tres cucharaditas de postre bien llenas. Remueve.
Añade una gota de colorante alimentario del color que más le guste a tu hijo y vuelve a remover.
Cierra el bote o la botella.
¡Listo!
Vídeo sobre cómo hacer un frasco de la calma del bosque de las fantasías.
La mesa o caja de la Paz.
Podemos hacer una variante de esta mesa de la paz en función del espacio que tengamos en casa. En mi caso yo tengo una caja. Por lo que sería la caja de la paz. De esta forma puedo llevármela donde quiera y me ocupa menos espacio. Pero el niño debe saber en todo momento: cómo se usa, dónde y por qué la va a usar.
Podemos usar la mesa de la Paz para la resolución de conflictos internos. En este caso solo para un niño o para resolución de conflictos externos: dos niños.
En este post solo me voy a centrar en la resolución de conflictos internos, es decir, para uso individual.
Hay veces que un niño se siente frustrado, nervioso, triste, enfadado, en estos casos la mesa de la paz le ayuda a tener un espacio donde calmarse e identificar sus sentimientos. (Si ya son un poco más mayores.)
Los objetos que podemos poner en la mesa de la paz pueden variar.
¿Qué podemos poner en la mesa de paz?
Un objeto agradable para sostener en las manos. Así se centra en el objeto y va relajándose.
Reloj de arena o bola de nieve. Le sirve para tener un tiempo para analizar cómo se siente y calmarse progresivamente.
Una campana o instrumento musical: palo de lluvia… Es voluntario. Cuando el niño considere que ya está tranquilo puede avisarnos con ese sonido que nos indica que ya está preparado para volver a estar con nosotros. En ese momento intentaremos conversar con él sobre lo sucedido para analizar sus emociones sin forzarlo. Quizá aún no quiera hablar sobre el tema.
Un cuento. Le ayuda a distraerse y volver a la calma. Opcional.
Un títere. Yo metí este objeto porque le ayuda a hablar de sus emociones a través de un muñeco, o simplemente al inventar una historia se relaja. (Opcional).
Cómo veis podéis incluir los objetos que penséis que van a funcionar mejor con vuestros hijos o alumnos. En definitiva sois vosotros los que mejor los conocéis.
TÉCNICA DE LA TORTUGA PARA EL AUTOCONTROL.
Os quiero mostrar la técnica de la tortuga basada en un cuento que os dejo a continuación. También os dejo un vídeo de este cuento.
¿Qué es la técnica de la tortuga?
El famoso “método de la tortuga” fue desarrollado por Schneider y Robin en los años 70 en Nueva York. Comenzó siendo una técnica de grupo para niños con problemas conductuales. Pero hoy en día, la técnica es eficaz tanto en el cole como en casa porque sirve para ayudar a los niños impulsivos a autocontrolar sus emociones, especialmente cuando sienten emociones negativas como la ira.
Edades a las que está dirigida.
Desde los 3 a los 8 años.
Pasos a seguir para aplicar la técnica de la tortuga.
Leer el cuento de la tortuga.
Le enseñamos a ponerse en la posición de la tortuga: cerrando los ojos, pegando los brazos al cuerpo, bajando la cabeza al mismo tiempo que la mete entre los hombros, y replegándose como una tortuga en su caparazón.
Explicamos al niño que cuando se sienta enfadado, furioso, nervioso, con rabia, (como la tortuga del cuento), vamos a decir la palabra tortuga y tiene que ponerse en la posición que le hemos enseñado anteriormente, para parar, relajarse y pensar.
Cuando lo haya aprendido bien le explicaremos que el solo también puede decirse así mismo la palabra tortuga cuando se vea en una situación como las descritas anteriormente. Así intentara autorregular su comportamiento. Felicitarle cuando veamos que lo hace.
Podéis imprimir este cartel para ayudar a los niños a seguir estos pasos en una situación de ira, tanto en casa como en el colegio. Es muy sencillo y visual.
Os dejo el cuento de la técnica de la tortuga.
Podéis poner la edad de vuestros hijos o alumnos. También podéis quitar situaciones que no se estén produciendo y contarles situaciones que queráis trabajar con él o ella, o el aula. De esta forma se identificará aún más con el personaje de la tortuga.
El cuento de la tortuga
Hace mucho tiempo, vivía una tortuga pequeña y risueña. Tenía 5 años. Se llamaba Torti. A Torti no le gustaba ir a la escuela. Prefería quedarse en casa con su madre y su hermanito. No quería estudiar ni aprender nada: sólo le gustaba correr y jugar con sus amigos, o pasar las horas mirando la TV. Le parecía horrible tener que leer y leer, y hacer esos terribles problemas de matemáticas que nunca entendía. Odiaba con toda su alma escribir y era incapaz de acordarse de apuntar los deberes que le pedían.
Tampoco se acordaba nunca de llevar los libros ni el material necesario a la escuela. En clase, no escuchaba a la profesora y se pasaba el rato haciendo ruiditos que molestaban a todos. Cuando se aburría, que pasaba a menudo, interrumpía la clase chillando o diciendo tonterías que hacían reír a todos los niños.
A veces, intentaba trabajar, pero lo hacía rápido para acabar enseguida y se volvía loca de rabia cuando, al final, le decían que lo había hecho mal. Cuando pasaba esto, arrugaba las hojas o las rompía en mil trocitos. Así pasaban los días…
Cada mañana, de camino hacia la escuela, se decía a sí misma que se tenía que esforzar en todo lo que pudiera para que no le castigasen. Pero, al final, siempre acababa metida en algún problema. Casi siempre se enfadaba con alguien, se peleaba constantemente y no paraba de insultar. Además, una idea empezaba a rondarle por la cabeza: «soy una tortuga mala» y, pensando esto cada día, se sentía muy mal. Un día, cuando se sentía más triste y desanimada que nunca, se encontró con la tortuga más grande y vieja de la ciudad. Era una tortuga sabia, tenía por lo menos 100 años, y de tamaño enorme. La gran tortuga se acercó a la tortuguita y deseosa de ayudarla le preguntó qué le pasaba.
– ¡Hola! -le dijo con una voz profunda- te diré un secreto: no sabes que llevas encima de ti la solución a tus problemas»
Torti estaba perdida, no entendía de qué le hablaba.
-¡Tu caparazón! exclamó la tortuga sabia. Puedes esconderte dentro de ti siempre que te des cuenta de que lo que estás haciendo o diciendo te produce rabia. Entonces, cuando te encuentres dentro del caparazón tendrás un momento de tranquilidad para estudiar tu problema y buscar una solución. Así que ya lo sabes, la próxima vez que te irrites, escóndete rápidamente».
A Torti le encantó la idea y estaba impaciente por probar su secreto en la escuela. Llegó el día siguiente y de nuevo Torti se equivocó al resolver una suma. Empezó a sentir rabia y furia, y cuando estaba a punto de perder la paciencia y de arrugar la ficha, recordó lo que le había dicho la vieja tortuga. Rápidamente encogió los bracitos, las piernas y la cabeza y los apretó contra su cuerpo, poniéndose dentro del caparazón. Estuvo un ratito así hasta que tuvo tiempo para pensar qué era lo mejor que podía hacer para resolver su problema. Fue muy agradable encontrarse allí, tranquila, sin que nadie le pudiera molestar.
Cuando salió, se quedó sorprendida de ver a la maestra que le miraba sonriendo, contenta porque se había podido controlar. Después, entre las dos resolvieron el error («parecía increíble que con una goma, borrando con cuidado, la hoja volviera a estar limpia»). Torti siguió poniendo en práctica su secreto mágico cada vez que tenía problemas, incluso a la hora del patio. Pronto, todos los niños que habían dejado de jugar con ella por su mal carácter, descubrieron que ya no se enfadaba cuando perdía en un juego, ni pegaba sin motivos. Al final del curso, Torti lo aprobó todo y nunca más le faltaron amiguitos.
Aquí os dejo un vídeo sobre el mismo cuento por si queréis enseñar el vídeo en lugar de leerles el cuento.
Espero que esta técnica pueda servir a las familias o profesores que tengáis casos de niños con problemas para controlar su impulsividad.
EL PODER DE LOS ABRAZOS
“Dice la tradición que cada vez que abrazamos de verdad a alguien, ganamos un día de vida.”
Paulo Coelho
En los años cincuenta y sesenta los estudios de dos psicólogos revolucionaron el mundo de la psicología tal y como se había visto hasta el momento. Las investigaciones del psiquiatra y psicólogo inglés, John Bowlby, y los experimentos del psicólogo estadounidense, Harry Harlow, sobre la importancia del apego y la afectividad, evidenciaron que las necesidades afectivas son tan importantes como cualquier necesidad fisiológica. Y mucho más si cabe en la infancia, ya que el desarrollo emocional de estos primeros años de vida está marcado por conectar emocionalmente con alguien, la figura de apego. Los estudios evidencian que las personas que no han tenido un adecuado vínculo de apego, o no se les ha satisfecho sus necesidades afectivas en los primeros años de vida, tienen más problemas tanto en su salud física como emocional, en comparación con aquellas personas que si han tenido satisfechas dichas necesidades afectivas.
Pero centrémonos en los abrazos, ya que podemos considerar que los abrazos son la principal demostración de afecto del ser humano, además de la primera muestra de afecto que recibimos cuando nacemos.
Cada vez hay más estudios por todo el mundo que avalan la importancia de un abrazo para nuestro bienestar físico y emocional. Kathleen Keating en su libro, “La terapia del abrazo”, afirma que “El contacto físico no es solo algo agradable, sino también necesario para nuestro bienestar psicológico, emocional y corporal, y acrecienta la alegría y la salud del individuo y de la sociedad.
En este artículo quiero enseñarte algunos de sus múltiples beneficios para que si, aún no lo haces, abrazar se convierta en un hábito de tu vida diaria y de tus seres queridos.
En una sociedad dominada por los móviles y las redes sociales, el poder de las miradas, del contacto físico y de la escucha se ha visto disminuido en gran medida. A esto, tenemos que añadir nuestra ajetreada vida, dominada por horarios y obligaciones. Por ello, debemos reflexionar sobre hábitos que no debemos olvidar nunca. Y abrazar a tus seres queridos y expresarles tus sentimientos es uno de ellos. Recuerda que el tiempo que pasa no se recupera, por ello hay cosas que no podemos dejar de hacer.
A continuación, te muestro algunos de los múltiples beneficios que en los últimos años distintos estudios han demostrado que genera un abrazo, tanto a nivel físico, corporal como emocional.
El nivel de estrés disminuye al bajar el cortisol, la hormona del estrés y liberarse la oxitocina, la hormona relacionada con el cariño.
Mejora la presión arterial
Alivia el temor.
Aumenta el nivel de serotonina y dopamina, las hormonas del placer, mejorando nuestro estado de ánimo.
Mejora nuestra memoria.
Fortalece nuestra autoestima, sobre todo la de los niños.
Mejora la sensación de seguridad, protección, confianza, tranquilidad y fortaleza.
Ayuda a envejecer más despacio.
Si estos son algunos de los muchos beneficios que produce un abrazo, ¿no crees que podrías dedicarte un momento y analizar si en tu vida diaria estas abrazando lo suficiente a tus seres queridos? ¿Crees que podrías dedicar más tiempo a hacerlo? Si en esta reflexión has sido consciente de que el número de abrazos o caricias con tus seres queridos no es el necesario, no desesperes. Es una tarea sencilla, recuerda que querer es poder. Poco a poco irás introduciendo pequeños hábitos diarios en tu vida, hasta que sin darte cuenta, se hayan convertido en una rutina y formen parte de la misma, como lo es desayunar o lavarte los dientes. Pero recuerda, si quieres conseguirlo, la primera premisa es dedicarte tiempo a ti y a los tuyos. Un tiempo que si no dedicas ahora has perdido, y lo peor de todo tus seres queridos también.
Los estudios recomiendan que el número de abrazos que debemos dar al día esté entre los seis y siete, y que cada abrazo tenga una duración de unos seis segundos. De esta forma este nuevo hábito en tu vida puede comenzar a contribuir en tu bienestar general diario.
En las últimas décadas la abrazoterapia está ayudando en gran medida a un elevado número de personas que presentan diversos trastornos, entre ellos la depresión.
Todo esto debe llevarnos a una reflexión. La vida está llena de pequeños detalles y, en este caso, hemos visto como unos simples abrazos diarios pueden ayudarnos a en nuestro bienestar general. Es hora de ponerlos en práctica y no dejar que los móviles o las redes sociales eliminen o disminuyan nuestros abrazos.
El abrazo tiene el enorme poder de que una persona te transmita todo lo que te quiere, o simplemente demostrarte que está a tu lado cuando lo necesitas y sobran las palabras. Y a veces, simplemente con eso, ayuda a que todo vaya mejor.
Referencias bibliográficas:
Bisquerra, R. (2000). Educación emocional y bienestar. Barcelona. Praxis.
Bisquerra R. (2009). Psicopedagogía de las emociones. Madrid: Síntesis.
López, F. Etxebarría, I., Fuentes, M.J., Ortiz, M.J. (Cood.) (1999) Desarrollo afectivo y social. Madrid. Pirámide.
Maurice J. Elias, Steven E. Tobias y Brian S. Friedlander. (1999). EDUCAR CON INTELIGENCIA EMOCIONAL, editorial de Bolsillo Clave.
Mi primer álbum ilustrado
“¡Un abrazo para Púas!”
Una entrañable y divertida historia de amistad sobre la importancia de los abrazos, que promueve valores esenciales para el desarrollo emocional de la infancia como: fomentar una autoestima positiva y la aceptación de los demás tal y como son.
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